Por Marina Ovzyannikova

Marina Ovsyannikova ha sido celebrada en la televisión rusa desde su cartel de protesta, pero también ha sido duramente criticada. Por rusos y ucranianos. La periodista ahora escribe sobre su pasado en WELT y reflexiona sobre las críticas a las que está expuesta.
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Mis abogados me han aconsejado después de mi acción de protesta durante el Telediario de la noche en la televisión rusa que me escondiera y mantuviera la boca cerrada. Para no poner más en peligro mi vida. Pero yo no he hecho eso. He dado entrevistas a docenas de periodistas de todo el mundo y he publicado artículos contra la guerra en los canales de mis redes sociales .
Me han criticado desde el primer día. Realmente no importa lo que haga. Ambos lados me están atacando, tanto rusos como ucranianos. Casi me he acostumbrado. A veces soy un espía británica en Rusia, a veces soy una espía rusa en Ucrania. Si no hubiera dicho nada después de la protesta, la gente habría dicho que es extraño que no hayan tenido noticias mías. Ahora hablo y escribo sobre eso, y ahora es extraño que todavía pueda hacerlo. Otros generalmente niegan mi capacidad para informar en forma independiente debido a mis antecedentes.
Esta crítica, a su vez, a menudo proviene de periodistas independientes. Puedo entender eso. Muchos de ellos llevan muchos años arriesgando sus vidas para luchar contra el sistema. Yo tomé una decisión hace apenas un mes. Lo que puedo decir con certeza es que he leído los artículos de estos valientes periodistas a lo largo de los años y admiro su trabajo. Sus artículos han dado forma a mi visión del mundo y me han dado el coraje para hacer lo que he hecho después de todos estos años.
Durante muchos años trabajé para la emisora estatal rusa Pervyy Canal y participé en la creación de propaganda agresiva del Kremlin ruso. Una propaganda que de la mañana a la noche trata de desviar la atención de la verdad y trata de desdibujar cualquier norma moral. Yo sólo era un engranaje en el sistema, pero hice que el sistema trabajara en mi nombre. Yo misma no he escrito ni hecho ninguna publicación de propaganda. Pero ayudé a otros a hacerlo. Y gané dinero con eso, lo que me permitió viajar mucho y tener amigos en muchos países del mundo.
Una tarea era contar lo mala que es la vida en los EE.UU.
Mi trabajo consistía, entre otras cosas, en encontrar las imágenes adecuadas de las agencias de noticias internacionales, de APTN, Reuters, Eurovisión o AFP. Buscaba en Internet mala información sobre los EE. UU. y otros países occidentales. Cuando Estados Unidos prohibió la adopción de niños rusos, buscamos historias sobre malos padres estadounidenses.
En general, una de las tareas era seguir diciéndole a la gente lo mala que es la vida en los Estados Unidos, en Occidente en general y en Ucrania. Esa se convirtió en la idea central: a todos se les arrojaba barro, solo Rusia sería siempre amigable y blanca como la nieve. Mi trabajo también incluía escanear periódicos internacionales influyentes en busca de artículos que informaran bien sobre Putin y Rusia. Nunca se trataba de los problemas de Rusia. Había pautas claras sobre qué palabras se nos permitía usar. El ejemplo reciente más famoso es que tenemos que decir “operación militar especial” en lugar de “guerra”en Ucrania.
Lo que está pasando en Ucrania también me trae recuerdos de mi juventud. Una vez tuve que huir de Grozny con mi familia durante la primera guerra en Chechenia. Dejamos nuestras pertenencias atrás y tuvimos que empezar una nueva vida. Fueron años difíciles, nos mudábamos de un lugar extraño a otro, éramos pobres.
Teníamos la esperanza de que el futuro sería mejor
Por aquellos años, decidí estudiar periodismo. Puede sonar patético, pero yo quería luchar por más justicia en esta profesión. El panorama de los medios en Rusia a fines de la década de 1990 era muy diferente. Cuando comencé a trabajar en televisión en Krasnodar en 1999, los medios eran relativamente libres e independientes. Y, por supuesto, en esos años teníamos la esperanza de que el futuro sería mejor. Cuando me fui al Pervyj Canal en 2003, la situación ciertamente se había deteriorado un poco. Pero que los medios de comunicación de Rusia se convertirían en la máquina de la propaganda cínica y agresiva de hoy, nadie podía imaginárselo, de la gente que decidió irse a este canal en Rusia.
Mis amigos sabían de mis puntos de vista liberales que tenía y tengo yo y año tras año estaban más asombrados de que siguiera trabajando para el Pervyj Canal. Respondí que no quería dejar mi trabajo de tiempo completo. Pasé por un divorcio difícil, dos hijos, una madre discapacitada, una casa sin terminar y un préstamo para un automóvil. El horario de trabajo en el Perwyj Canal era ideal. Una semana de descanso, una semana de trabajo, y sólo por las tardes, de siete a ocho horas. Asi yo tenía tiempo para los niños. Si hubiera trabajado en cualquier otro medio, habría tenido que sentarme en una oficina todo el día, ganar menos dinero y no ver a mis hijos. Intenté ver mi trabajo como si fuera a una fábrica. Cerré los ojos, pasaba mi tiempo allí y luego me iba a casa.
Vi Skynews y CNN, leí el Guardián, el New York Times y el Washington Post. De los medios rusos leí el “Kommersant “, ” La Nezavisimaya Gazeta ” y “La Meduza “. Seguía los medios independientes ucranianos, la agencia de noticias UNIAN, el medio en línea Strana.ua, los canales de televisión 1+1 e Inter. Veía muy clara la red de mentiras que tejemos. Cuando Rusia negó su participación en el derribo del avión de pasajeros MH17 sobre Ucrania, me sorprendió, pero seguí trabajando. Cuando envenenaron a Alexey Navalny , la única persona que aún decía la verdad en Rusia, me sorprendió, pero seguí trabajando. Después de la invasión rusa en Ucrania, ya no fue posible.

Me siento avergonzada por eso
Yo quería ir con una pancarta contra la guerra a la Plaza Manegen en el centro de Moscú. Entonces mi hijo de 17 años me encerró en casa, me quitó las llaves del auto y me dijo que me calmara. Pero no podía dormir, comer ni beber. Y maduró el plan de no mostrar el cartel en la ciudad sino en la transmisión en vivo.
Lamento sinceramente haber contribuido a zombificar a los rusos con esta propaganda . Y también sé que al hacerlo, ayudé a crear conceptos erróneos sobre Ucrania y Occidente entre la gente. Hoy nuestra propaganda llega tan lejos como para tratar de retratar a todos los ucranianos como nacionalistas y fascistas. Pide el exterminio de todos los ucranianos y el encarcelamiento o expulsión del país de todos los rusos que no estén de acuerdo con la guerra. Los pacifistas ahora son llamados traidores en Rusia. Es loco. Una locura total.
También yo contribuí a esto hasta el día de mi protesta. Y me da mucha vergüenza. Lo hice a pesar de que nací en Ucrania, en Odessa, y aún tengo dos primos en Ucrania. Tengo una estrecha relación con uno de ellos. Ella es profesora de arte en Teofipol , en el oeste de Ucrania. Recientemente hablé con ella por teléfono, ella me apoya. Ella también estaría dispuesta a hablar con los medios ucranianos y decirles que soy una persona buena y decente.
No puedo deshacer lo que he hecho. Todo lo que puedo hacer es tratar de hacer todo lo posible para ayudar a destruir esta máquina y poner fin a esta guerra. Si puedo liberar a algunos rusos de las garras de la propaganda del Kremlin, si puedo salvar la vida de al menos un niño ucraniano, entonces los sacrificios habrán valido la pena.
Antes de Butscha dije que las sanciones solo deberían afectar a Putin y su familia y que los ciudadanos rusos comunes no deberían sufrir. Desde Butscha veo las cosas de otra manera. Creo que debe haber sanciones duras. Que todos los rusos son colectivamente responsables. Esto es culpa de todos los rusos. Al igual que los alemanes por sus crímenes en la Segunda Guerra Mundial, los rusos tendremos que pedir perdón por lo que hicimos en las próximas décadas.
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Hasta el 14 de marzo de 2022, Marina Ovsyannikova trabajó como editora en el canal de televisión estatal ruso Pervyy. Ese día levantó una pancarta frente a la cámara detrás de la presentadora del noticiero vespertino, en protesta por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. La hija de un ucraniano y una mujer rusa fue arrestada e inicialmente sentenciada por un tribunal a una multa de alrededor de 250 euros. Sin embargo, todavía enfrenta cargos por violar la ley de “noticias falsas”, que, entre otras cosas, prohíbe que el ataque ruso a Ucrania se califique de “guerra”. Esto prevé penas de hasta 15 años de prisión.
Traducción: Jorge Maturana M.