Por Ricardo Fletcher (Agencia Medio a Medio)
En la víspera de su 70 aniversario, las Naciones Unidas pueden, en algunos aspectos mostrar un balance honorable. Pero la Guerra Fría, el conflicto palestino-israelí y la guerra civil en Siria ilustran la primacía de los intereses de los poderosos.
“Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra …”. Basta con leer el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas y confrontarlo con la realidad en Siria para medir el decepcionante rol que juega. La historia, sin embargo ya le había enseñado la modestia a los fundadores de la ONU. La antigua Sociedad de Naciones no resistió la crisis de 1929 y el ascenso del nazismo. Y para qué vamos a hablar del Pacto Kellogg-Briand de 1928, que prohibiría la guerra para resolver los conflictos.
La ONU, desde el principio, nace rodeada por una lucha de poder. Supervigilada por un Consejo de Seguridad dominado por cinco miembros permanentes que tienen el privilegio de ejercer el veto, es nacer sin ninguna influencia. Los fundadores de las Naciones Unidas, que no hacían más que pasar de la Segunda Guerra Mundial a la Guerra Fría y la dominación del Norte sobre el Sur, al dar el poder a los vencedores, en realidad no sellaban el pasado, como pretendían. Al ofrecerles el derecho de paralizar el sistema, hipotecaron el futuro.
Sólo basta revisar la larga lista de veto de Estados Unidos, la Unión Soviética -más tarde de Rusia-, para entender que el romance nunca ha sido de este mundo. El conflicto palestino-israelí y la guerra civil en Siria ilustran más que nunca la primacía de los intereses geopolíticos de los poderosos.
Con el 70° período ordinario de sesiones de la Asamblea General en desarrollo y a poco tiempo de celebrar su 70 aniversario, el 24 de octubre de 2015, las Naciones Unidas pueden, en algunos aspectos mostrar un balance honorable. Las fuerzas de paz, cascos azules muy cuestionados por sus comportamientos poco pacíficos y trasgresores de los Derechos Humanos, están llevando a cabo dieciséis misiones en todo el mundo y es en la República del Congo y Sudán donde están más concentrados y los contingentes son más numerosos. Así como también hay que mencionar sus muchos “programas”, como para La Infancia (UNICEF), para el Desarrollo (PNUD), contra el hambre (PMA) o para los refugiados (ACNUR), entre otros.
Fue Fidel Castro, justo en el inicio del Siglo XXI, quién apuntó que el objetivo fundamental de la ONU “es el de salvar al mundo no sólo de la guerra sino también del subdesarrollo, el hambre, las enfermedades, la pobreza y la destrucción de los medios naturales indispensables para la existencia humana. Y debe hacerlo con premura antes de que sea demasiado tarde”*, en una advertencia que 15 años después mantiene total vigencia para las Naciones Unidas y la humanidad, ya que en este 70° período ordinario de sesiones de la Asamblea General, se aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
A pesar de ser un sistema que es a la vez anti democrático y obsoleto, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, no es que no sirva exactamente para nada, pero, aún no se logra que los gobiernos tomen conciencia que es necesario entenderse mejor entre ellos, para construir una verdadera justicia y humanismo y la paz.
*Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Dr. Fidel Castro Ruz, en la Cumbre del Milenio, Naciones Unidas, Nueva York, el 6 de septiembre del 2000.